Después de The Final Cut, los integrantes del grupo se separaron y comenzaron una batalla legal por los derechos del nombre de la banda, principalmente Roger Waters y David Gilmour. Mientras el primero deseaba su desaparición definitiva, para beneficiar comercial y artísticamente su carrera solista, el segundo quería continuar el trabajo con el resto de miembros. Roger Waters abandonó formalmente Pink Floyd en 1985 con el fin de apoyar su postura legal respecto a la existencia del grupo. Aún así, Waters no presentó argumentos coherentes ante el tribunal, por lo que los abogados le recomendaron que llegara a un acuerdo legal con sus ex compañeros. Finalmente, Waters cedió el nombre a David Gilmour y a Nick Mason, aunque mantuvo sus derechos sobre gran parte de la obra anterior del grupo, en especial sobre el concepto escénico teatral de The Wall.
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